Cómo restaurar unas sillas estilo Luis XVI

Sí amigas, hacía tiempo que andaba detrás de unas sillas estilo Luis XVI de una forma obsesiva-compulsiva. Tenía fichadas unas en Maisons du Monde, que salían a 149 € por pieza. Y como yo quería cuatro para combinar con mi mesa Tulip de imitación, la broma ascendía a 600 leuros. Cosa mala en los tiempos que corren. Supongo me entienden.

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Pero, como cuando se me mete algo entre ceja y ceja no hay quien me pueda; saqué todo mi ingenio y artillería de mujer apañada para conseguir mis cuqui sillas por cuatro pesetas. Y es que a mí, nadie me quita la ilusión. Ni la crisis, ni los cerdos infames del gobierno, ni nadie. Amos.

Y he aquí cómo esta heroína doméstica, tras unos cuantos tutoriales de youtube y unos cuantos rastreos por tiendas de gangas, se dispuso a restaurar y tapizar unas sillas sin tener ni puñetera idea del fregado en el que se metía. Mi experiencia es que con un poco de amor y paciencia todo se puede, y el resultado ha sido francamente satisfactorio. Mi salón comedor no tiene nada que envidiar al de la estilista francesa de turno. Y para muestra, un botón:

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Aquí las niñas de mis ojos en la actualidad

¿Qué les parece el resultado? Yo creo que monísimo, ¿no?

Y además, como de cabrona tengo poco, me dispongo a compartir con ustedes el proceso para que todas podamos presumir en las cenitas con los amigos.

Al lío.

CÓMO RESTAURAR UNAS SILLAS ESTILO XVI (o algo así)

Necesitará:

Unas sillas de comedor de madera. No importa cuán horrendas o rancias sean: cuando hayamos terminado, nadie las reconocerá.

Las mías las encontré en un rastrillo, 100 euros el juego de 4 piezas tras el regateo pertinente. Transporte incluido. Me gustó que la línea fuera redondeada y sobre todo, creí en ellas. Todos nos merecemos segundas oportunidades, ¿o no?

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En plena mudanza. Feas, ¿verdad?

Tela a su elección (yo combiné una estampada y otra turquesa) para el retapizado del asiento. Lo principal es que sea resistente y de buena calidad, para que pueda acoger traseros de distinto volumen y envergadura a lo largo de los tiempos, pues estará sometida a bastante uso. Una tela tipo arpillera, lino etc. Las mías proceden de un outlet de una tienda bastante chic de decoración, con telas de firma y gran calidad. Salieron por unos 50 euros aprox.

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Surtidito de telas. La calidad de la foto es mala. La del producto, excelente.

Cinta para rematar (lo que viene siendo pasamanería de toda la vida).

-Una grapadora de tapizar con sus grapas.

Esmalte blanco o del color que elija, rodillos y cinta de carrocero. Plástico para cubrir el suelo.

-Una lijadora eléctrica.

-Lana de acero.

-Tijeras y pegamento textil.

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El kit de la apañada

¡Comienza la tortura, yiha!

 

Lo más cansino de todo es lijar las sillas, sobre todo si, como en mi caso, están demasiado barnizadas. Recomiendo pañuelo en el pelo al más puro estilo rumana, gafas protectoras y (fundamental) una mascarilla para no tragar polvo. Lo ideal es hacerlo en un lugar bien ventilado porque se pone todo perdido. El proceso no tiene mucha ciencia: se trata de ir raspando la totalidad de la madera hasta que se vea el material original y se desprenda el barniz.

Es un proceso largo y costoso: toméselo con calma. Tenga claro que le quedarán agujetas en los brazos pero oye, también la mar de tonificados.

Una vez lijadas, se pasa un paño humedecido en jabón neutro, se deja secar y ¡listas para pintar!

Pintar

Esto ya es un poco más entretenido. Con un rodillito y un pincel, vamos metamorfoseando a nuestra querida. A mí me encantan los tonos neutros, pero si a usted le sale del potorro pintarlas de fucsia, ¿quién soy yo para impedírselo?

Con el esmalte que yo utilicé bastó una capa, ya que era bastante espeso. Si al terminar de secar observa pequeñas imperfecciones o restos de pintura, puede lijar suavemente.

Trucos: He descubierto que una simple esponja de baño es ideal para retocar zonas de difícil acceso como esquinas y bordes. Si se deciden por un esmalte acuérdense de proteger bien el suelo, porque a diferencia de la pintura normal, mancha muchísimo.

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Pintadas ya parecen otra cosa. 

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En mi caso froté un poco con la lana de acero para darle ese aspecto envejecido y afrancesado que tanto nos gusta. Pero como comprobé que el esmalte era bastante duro de rascar, terminé cogiendo la lijadora y pasando suaves toques aquí y allá, un poco así a tocomocho. Insistiendo en los bordes, el dibujo de las patas… No quedó nada mal.

Retirar el antiguo tapizado

¡Qué ilusión! El toque final.

Cuando llegó el momento de sustituir el horrendo tapizado salmón con motivos medievales por mis telas supercuquis en tonos turquesa y beis, no me lo podía creer.

Es muy desestrasente arrancar la tela de la susodicha, piense en su jefe o en su ex. Puede ayudarse con una tijera, pero cuidado con dañar la madera. Lo ideal es quitar las grapas del anterior tapizado, aunque yo no lo hice con todas y me quedó igual de bien. Por último, se retira la cinta de remate o pasamanería (ésta suele ser fácil de eliminar al estar simplemente encolada).

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Adiós rancior, hola cuquismo.

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La grapadora, nuestra gran amiga.

Retapizar

¿Ya tenemos las telas? Bien: calculamos la medida que corresponde a cada asiento, añadiendo siempre unos cuatro centímetros de seguridad. Cortamos y superponemos en el asiento.

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Y aquí amigas, ya juega mucho la maña de cada una. Tenemos tijeras, alfileres, y nuestra grapadora mágica. Se trata de ir cubriendo y tensando la tela sobre al asiento original, corrigiendo cuando sea necesario. Lo ideal es comenzar grapando por el medio de cada uno de los cuatros lados del asiento para fijar la tela, y una vez hecho esto continuar grapando todo alrededor, con esmero y corrigiendo siempre que sea necesario. Tensando siempre la tela y comprobando que no produce arrugas. No es fácil pero, ¿qué lo es en esta vida?

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Detalle de las grapas.

Trucos: hay que tener especial cuidado con las esquinas, haciendo una doblez mínima que sea prácticamente imperceptible. Lo mismo para la parte posterior del asiento, donde se une la madera con la tela. Hay que recortar de forma redondeada los bordes., y grapar muy pegado a la madera. Y recuerde que si compra una cinta de pasamanería ancha, será más fácil cubrir las eventuales chapuzas.

En mi caso, las sillas que adquirí no eran de las que se pueden desartonillar el asiento: de ahí que me diera un poco más la lata. En caso de que consiga unas de ese tipo, tanto mejor: sólo tiene que desatornillas y grapar la tela, ¡es tan fácil como forrar un libro o envolver un regalo!

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Ya casi estamos.

Rematar

Por último, cortamos la tela sobrante bajo las grapas, y procedemos a colocar la cinta de pasamanería con un poco de pegamento textil y presionando con los dedos. Mi consejo es que la cinta sea lo más discreta posible y a juego con la pintura, sino podemos caer en el look abuelil.

Coloque la cinta alrededor de la parte de abajo del asiento que limita con la madera, y deje para lo último la unión trasera. Con dos trocitos de cinta tapará el desaguisado de las grapas.

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El toque final: la cinta de pasamanería.

¡Y voilá! He aquí unas sillas únicas, vintage, chic y hechas por la menda… ¿no son una maravilla?

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A mí personalmente, me encanta admirarlas y regocijarme en silencio, muhahahaha.

Besos y abrazos a todas las apañadas del mundo. Y si alguna se anima, ya sabe: ruegos, sugerencias y dudas en los comentarios.